1. Acabar con el nuevo acné de las mascarillas.
Las condiciones de humedad y acumulación de suciedad que favorecen las mascarillas en contacto con la piel están provocando brotes de acné y más cantidad de puntos negros en zonas como nariz, mentón y mejillas. Marta Barrero, farmacéutica y directora de The Secret Lab, nos da algunas claves para evitarlo: «Una solución básica sería limpiar el rostro mañana y noche con un gel que elimine en profundidad todas las impurezas, pero sin deshidratar la piel. Después, por la mañana, utilizar una crema hidratante libre de grasa y, por la noche, otra que incluya principios activos como el retinol o prebióticos para tratar y prevenir los efectos del maskné».
2. Jabón: manual de uso.
El pH del jabón resulta excesivamente agresivo para el equilibrio cutáneo y más ahora que la piel está tan sensibilizada. Por eso, el mejor truco para cuidar la piel es dejar el jabón para las manos y solo usar una limpiadora específica para rostro cuando de la cara bonita se trata.
3. No dejar para mañana lo que se pueda prevenir hoy.
Nos acordamos de santa Bárbara cuando truena y de las cremas cuando aparecen las arrugas. Mala idea. Siempre sale más a cuenta prevenir que curar y la piel no es una excepción, todo lo contrario. A partir de los 25 conviene usar un gel ligero (que aporte hidratación y no grasa) cada mañana. Cada una. Siempre. ¡El mejor plan de pensiones para la piel!
4. Todo en uno.
«Para aquellos hombres a los que el concepto ‘crema de contorno de ojos’ les pille de nuevas, lo mejor es que comiencen utilizando productos ‘todo en uno’, es decir, cosméticos de texturas muy ligeras que hidraten, protejan y frenen el envejecimiento tanto en el rostro como en la zona del contorno -recomienda la experta Marta Barrero-. Una vez adoptada la rutina, deberían comenzar a diferenciar porque, si queremos mantener a raya las arrugas y la flacidez de la zona orbital, necesitamos un producto exclusivamente formulado para ello. Aplicarlo es sencillo: extiende el cosmético por toda la superficie de la piel inferior del ojo, después, da pequeños toquecitos (como tocando un piano) y masajea ligeramente con las yemas de los dedos. Su absorción es rápida. Con una pequeña cantidad sobre el dedo índice es suficiente».
5. Nevera: no solo para las cervezas.
¿Bolsas bajo los ojos más grandes que las del supermercado? El frío es el mejor aliado para reducirlas, ya que tiene un efecto vasoconstrictor. Es una de las razones por las que no está de más guardar el gel para el contorno de ojos en la nevera, para aumentar su eficacia.
6. ¿Corrector?
Quizá con truco. Hay que tener mucha habilidad para aplicarse corrector de ojeras y no parecer maquillado, pero… ¿qué tal optar por un camino intermedio? Basta con manchar la yema del dedo con un poco de corrector del color de la ojera o solo ligeramente más claro y aplicar encima una gota de crema para el contorno, para luego presionar el dedo contra la zona del lagrimal y ligeramente hacia abajo. No corrige toda la ojera, pero da un aspecto más luminoso a la mirada.
7. Secretos de Hollywood.
Dicen que era el truco de Marilyn Monroe y Marlene Dietrich para un ‘efecto buena cara’ instantáneo: llenaban el lavabo de agua fría y le añadían mucho hielo para bajar aún más la temperatura. Basta con sumergir el rostro y aguantar de diez a quince segundos, al menos tres veces seguidas, para notar el efecto reafirmante y estimulante de la circulación.
Limpiar la barba a diario es esencial para evitar que la humedad que provocan las mascarillas degenere en acné
8. ‘Pat dry’, la técnica de secado del rostro.
En un momento como este con la piel hipersensibilizada por el uso de la mascarilla, secar el rostro arrastrando el agua con la toalla puede hacer que se irrite mucho más y se altere su función de barrera. Por eso, lo mejor es tratar de secarlo dando palmadas ligeras o pequeños toques de toalla.
9. Protección solar: también con mascarilla.
No protegen del sol. Nos lo han repetido hasta la saciedad, pero parece que no nos lo llegamos a creer. «Entre las horas que pasamos en casa teletrabajando y las mascarillas, mucha gente ha olvidado aplicarse protección solar, un grave error que puede acelerar el envejecimiento y favorecer la aparición de manchas solares o pigmentación postraumática por el acné», asegura la farmacéutica Marta Barrero.
10. Barbas: también en tiempos revueltos.
Los expertos recomendaron desde el principio de la pandemia barbas más recortadas para poder adaptar la mascarilla al rostro. Cuidarla y limpiarla a diario es esencial para evitar que se generen gérmenes y bacterias, sobre todo debido a la humedad que provocan las mascarillas y que puede derivar en acné o irritaciones. Lo mejor es utilizar un jabón o champú específico y después secarla.
11. Hidratación con un producto inesperado.
¿Barba que se rebela, se levanta y rasca como si fuera un estropajo Nanas? Lo ideal es usar un aceite o una crema específica para el vello facial, pero… no siempre se tiene a mano, ¿verdad? La buena noticia es que una cantidad como una avellana de crema de manos hace el apaño perfectamente. El único truco es calentar bien el producto entre las manos y pasar primero solo las palmas por la superficie de la barba, casi sin tocarla, repitiendo ese gesto varias veces para depositar muy poca crema. Una vez que esté ligeramente hidratada, ya se puede extender el resto ¡y barba suave al momento!
12. Dos mejor que uno.
A la hora de aclararse tras el afeitado, es mejor hacerlo en dos pasos. Primero con agua tibia, que ayudará a retirar los restos de espuma. Solo después con agua fría, que tiene una acción tonificante.
13. Al vapor, mejor solo las verduras.
Sí, confesamos que darse una ducha muy caliente puede ser un placer. Dejarse envolver por el vapor, sentir cómo el calor calma y relaja… Pero no solo es un disparate energético, sino que, además, es un atentado en toda regla contra la pobre barrera hidrolípidica de la piel, a la que escaldarse le sienta ¡fatal! El agua muy caliente arrastra consigo parte del sebo natural, esencial para el equilibrio de la epidermis, fragilizándola. Las duchas, mejor cortas y tibias.
14. Lavarse el pelo: mejor cada dos días.
Nada más lejos de nuestra intención que proponer a ningún caballero ir con el pelo sucio, pero si pertenece a esos hombres que se lo lavan a diario, incluso dos veces si hacen ejercicio, vale la pena repensar esa rutina. Si el cabello es seco o, sencillamente, si no es muy graso, tanto champú puede deshidratarlo. Una buena opción es lavarlo en días alternos. ¿Echa de menos la sensación de frescor que da el lavado? Basta entonces con mojarse la cabeza, sin usar champú.
15. ¿Exceso de volumen capilar?
Posiblemente, si algún lector empieza a echar de menos cabello, pensará que tener mucho pelo es de todo menos un problema, pero quienes tienen realmente una mata abundante y voluminosa saben que no siempre es fácil controlarla, a no ser que la lleven muy muy corta. ¿Una opción para evitar que el pelo se infle sin control? Realizar cada cuatro lavados uno estilo no poo (es decir, sin champú). Basta con usar acondicionador en vez de champú, dejándolo actuar al menos diez minutos. No solo deja el cabello suave como la seda, sino que, además, aporta peso y control al pelo.
16. Champú: suave y cariñoso, por favor.
Si tu pelo quieres cuidar, un buen champú debes usar… No tires de gel de ducha o (peor aún) de jabón a la hora de lavar el cabello, pues son fórmulas demasiado agresivas.
17. La cantidad exacta.
Hay una frontera sutil y tenue, pero también muy real, entre aplicar la cantidad justa de producto de fijación y conseguir un look a lo Don Draper… o parecer que se ha metido la cabeza en el bol de la ensalada. ¿Cómo se consigue acertar? Usando siempre una cantidad similar a un garbanzo.
18. El 80 por ciento.
Ni mojado ni del todo seco. Para ser exactos, casi seco ¡y aún ligeramente húmedo! Es el momento perfecto para aplicar los productos de fijación en el cabello. Este truco permite, además, que el cabello se encrespe menos y quede más brillante, ya que retiene esa agua que queda dentro del pelo, hidratándolo.
19. Retirada meticulosa.
¿Qué sucede si, a pesar de todo, se acaba aplicando un exceso de producto en el cabello? Para retirar lo que sobre, se puede usar un peine de púas muy finas y pasarlo con un movimiento ascendente hacia arriba, para ‘recoger’ el gel o la gomina y así eliminarlo. Hay que quitar el exceso de producto tras cada pasada por el cabello, pero de esta forma se logra un resultado aceptable.
20. El frotar se va a acabar.
Salir de la ducha con una toalla alrededor de la cintura mientras con otra se frota vigorosamente el cabello como si se le fuera a sacar brillo… queda bien en los anuncios de refrescos light, pero en la vida real al pobre pelo no le sienta nada bien. Esos tirones dañan el folículo y solo sirven para enredar el pelo, por corto que sea. Es mejor presionar la toalla contra el cabello, eliminando el agua sobrante con cuidado.
El momento perfecto para aplicar los productos de fijación es cuando el pelo está ligeramente húmedo
21. Cejas: el equilibrio perfecto.
Pasarse de frenada con las pinzas y acabar con ellas demasiado arqueadas o muy finas no resulta estéticamente recomendable. Sin embargo, hay que perderles el miedo en ciertas áreas: en el entrecejo (no, no y no a los pelos ‘puente’ que van de una a otra) y en la zona que va desde la parte superior de las cejas hasta la frente, esos pelillos sueltos que dan un aspecto poco cuidado.
22. Anestesia natural.
¿El tirón de las pinzas de depilar es demasiado doloroso y, además, luego la piel queda enrojecida? Hay que aprovechar el hecho de que el cerebro no puede procesar dos sensaciones a la vez y pasar un hielo por el área que se va a tratar antes de depilar el pelo: el frío reduce y atenúa tanto la molestia como el enrojecimiento.
23. El escondite olfativo perfecto.
Señores… nada de permitir que su colonia vaya por delante de ustedes y les anuncie media hora antes de llegar y se quede hasta otra media hora tras su marcha: cuando de fragancias se trata, el secreto está en encontrar la cantidad exacta. ¿Un buen truco para no excederse? Contar las pulsaciones: una a cada lado del cuello, otra en el pecho -antes de cerrarse la camisa- y dos finales (y a la mayor distancia posible) en el forro de la chaqueta. De esta forma, al quitarse la chaqueta, se despliega ese encanto oculto.
DIFERENCIAS…
– La piel de los hombres es un 25 por ciento más gruesa que la de las mujeres y, por tanto, más áspera y rugosa.
– Las arrugas tardan más en aparecer, pero, cuando lo hacen, son más profundas. En ellas suelen llegar a los 30 años y en los varones, a los 40.
– Por razones hormonales es una piel que produce más sebo y da lugar a acnés más severos y pronunciados que en las féminas.